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quinta-feira, 31 de julho de 2014
El cine
El Cine
Tenía
unos diecisiete años más o menos, cuando una noche decidí ir solo al cine (tal
y como hacía habitualmente) y para tal fin me puse un pantalón ajustadísimo,
bien ceñido a la cintura y de una tela, si mal no recuerdo, de jeryey, streech
o similar.. además, adrede, metí mi diminuto slip bien adentro de mi zanja,
para que no quedase nada más entre el pantalón en cuestión y mis carnosos
"..cachetes"...
Obviamente seguía teniendo el aval y visto bueno de mi propio entorno familiar
para vestirme así.. más aún, creo que a ellos les gustaba casi tanto como yo
andar mostrando mi hermosa, bien parada, levantada, apetitosa, provocativa y
tentadora cola.
Tenía dos motivos para vestirme de esa manera, el primero y principal era
lógicamente lo mucho que me gustaba verme y exhibirme con esa ropa y el otro
era que, de esa manera, siempre estaba latente la posibilidad de ser
"..apoyado".. por detrás, como efectivamente sucedió esa noche a la
salida del cine.
Una vez arriba del colectivo, me ubiqué atrás, bien cerca de la puerta (aquí en
Comodoro Rivadavia se desciente del ómnibus únicamente por la puerta trasera).
El colectivo se llenó rápidamente de gente y yo aproveché aquel amontonamiento
de personas para "..parar la cola".. cada vez que alguien pasaba por
detrás de mí.
Mientras iba recibiendo unas hermosas apoyadas, sorprendí a un muchacho
(tendría seguramente unos treinta y treinta y cinco años) que me estaba mirando
y sobre todo que estaba observando mi actitud.. yo al verlo le hice un par de
miraditas insinuantes, pero continué con lo mío hasta que de repente sentí una
tremenda apoyada y al mirar de reojo hacia atrás comprobé, con mucho
beneplácito, que quien estaba detrás de mí era aquel muchacho que había estado
mirándome.
El hombre, se aferró con sus dos manos al "..pasamanos".., de manera
tal que yo no podía moverme (tampoco lo iba a hacer obviamente).
A partir de esa situación, con el traqueteo del colectivo y a gran cantidad de
gente que subía, bajaba y se apretujaba en el ómnibus, el muchacho comenzó a
apoyarme cada vez más y mejor y yo entonces, empecé a acomodar bien mis
"..cachetes".. para ubicarlos en medio de su bulto.
Ante cada embestida del muchacho yo respondía con un "..culazo"..
hacia atrás y así entonces seguimos viaje ambos en aquel colectivo.
En un determinado momento sentí una mano urgando en mis nalgas y como la tela
de mi pantalón era tan finita y mi calzonillo estaba bien adentro de mi zanja,
era como si directamente me estuviera tocando el culo.
Por supuesto quien estaba muy chocho toqueteándome era el muchacho detrás de mí
y como enseguida notó que yo, con mi silencio y quietud, asentía todo lo que él
me hacía, comenzó directamente a cogerme arriba del colectivo.
Tal alevoso era aquello y tan absorto estaba yo con mi "..apoyador"..
y "..manoseador".., que no me percaté que ya había gente
observándonos, sonriendo socarronamente e inclusive
"..cuchecheando".. entre ellos, seguramente diciendo cosas tales como
"..Qué puto el pendejo".., pero yo, al no conocer a nadie, no le di ninguna
importancia y seguí disfrutando del momento.
Obviamente no era la primera vez que me apoyaba en un colectivo, pero sí lo era
de la manera en me estaban "..apoyando"...
Tanto el muchacho como yo nos calentamos, a tal punto que yo me bajé unas
cuadras antes de llegar a mi casa, porque allí había una obra en construcción,
en la que se podía entrar y además, por el horario, era bastante reservada y
podría llegar a servir como "..cogedero"...
Una vez que descendí del colectivo, le hice una seña al muchacho para que me
seguiera y a la cuadra siguiente, aquel se bajó y se vino raudamente hacia
donde yo esperaba.
Ya dentro de la obra (en lo que vendía a ser unos de los dormitorios), el
muchacho me habló (ya lo había hecho en el colectivo, diciéndome al oido lo
linda de mi colita y preguntándome si aquello que él me hacía me gustaba) por
primera vez en voz alta, y me dijo en tono imperativo:
"..Bajate el pantalón y mostrame esa cola que tenés"...
Yo accedí sin decir palabra alguna y le entregué mi hermosa cola.
Imagínense por un momento lo que sería para aquel muchacho, tener ante él una
cola de un chico de diecisiete años, con una forma y tamaño casi femeninas, era
toda una mantequita y así me lo hizo saber mientras me manoseaba, toqueteaba y
franeleable todo mi traste, sin dejar un milímetro sin recorrer.
Después acercó se lengua y su boca y me lamió los chachetes, me los mordisqueó
suavemente hasta que no dio más de calentura y excitación y me hizo unos
"..chupones".., cuyas marcas tardaron varios días en irse de mi
colita.
Cuando más o menos se dio por satisfecho, se desabrochó la bragueta y sacó una
hermosa verga, bien peluda y unos redondos y ya hinchados huevos, los que
rápidamente me los llevé a la boca.
Si bien no era la primera vez que me comía una pija ni mucho menos, no tenía
mucha experiencia en hacer "..mamadas".. (como sí lo hago ahora por
supuesto), pero me las arreglé para que el muchacho se deslechara en mi cara.
No había aún achicádosele la poronga al muchacho, cuando en forma intempestiva,
me dio vuelta y me la apoyó en mi hermoso y jovencísimo culo.
Comenzó a apoyarme, a fregarme toda su entrepierna e inclusive a manosearme los
"..cachetes".. hasta que, al cabo de unos segundos, otra vez se le
puso "..al palo".. y entonces sí empezó el proceso de penetrarme,
lentamente al principio, hasta que la tuve bien adentro y entonces sí, después
de unos suavez "..bombeos".., comenzó a serrucharme con todo.
Yo sentía ese pedazo de carne caliente moviéndose dentro de mí y me encataba,
me gustaba a rabiar, estaba total y completamente excitado.
A pesar de mi relativa corta edad ya gozaba cada vez más con ese tipo de
culeadas, como la que me estaba dando aquel muchacho, hasta que en determinado
momento y junto con un grito de alivio y placer, mi ocasional amante acabó
dentro de mí (por aquel entonces no había problemas con el SIDA ni con ninguna
de las demás pestes).
Ambos quedamos "..pegados".. durante un momento y después de
acomodarnos nuestras ropas, cada uno tomó rumbos distintos.
Yo, regresé a casa y esa noche dormí tan placenteramente, me sentía tan bien y
realizado por esa espectacular cogida que me dio aquel muchacho, que
rápidamente me mentalicé para volver otra vez al cine la semana entrante.
Ah!, de la película que vi, no me acuerdo ni el título.
Latinos de grandes vergas corriendo
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quarta-feira, 30 de julho de 2014
Brent Everett e moreninho
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Gostoso gozando na cara de Mason Wyler
Que cara gostoso é esse, hein?
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terça-feira, 29 de julho de 2014
segunda-feira, 28 de julho de 2014
domingo, 27 de julho de 2014
sábado, 26 de julho de 2014
sexta-feira, 25 de julho de 2014
Mi compañero de estudio
Mi
Compañero de Estudio
Mariano y yo hace dos años que nos conocemos. Somos compañeros de
estudios. Tenemos un ritmo bastante bueno y nos ayudamos siempre. Cuando uno no
entiende algo el otro se lo explica y viceversa.
Además en estos dos años nos hicimos bastante amigos, como él es del
interior y cuando llegó no conocía a nadie, lo integré a mi grupo de amistades
sin ningún problema. A las chicas del grupo les gusta mucho, no es para menos.
Mide 1,80, ojos verdes piel aceitunada, pelo oscuro y una sonrisa provocadora
que todas quedan fascinadas con ella. Mi madre lo adora, porque dice que es un
chico sano y sin maldad. Y muchas veces incluso se quedó a dormir en casa
cuando teníamos que terminar de estudiar alguna materia, porque había un final
próximo.
Los fines de semana nos vamos a bailar juntos, al ser tan abierto y
simpático, tiene chicas de donde elegir. Siempre consigue alguna, es más, a
veces sé que se llevó una chica al departamento, pero nunca se mete en serio.
Tiene una novia en su pueblo y dice que no la podría dañar por nada del mundo.
Así que por esa causa no quiere engancharse con nadie.
Yo por mi parte hace dos años que me peleé con mi última novia y no
quiero saber nada, porque tener una relación estable, no me ayuda demasiado en
los estudios, así que de una forma u otra, me las rebusco como puedo y no tengo
menos suerte que mi amigo. Mido 1,78, tengo ojos azules, me considero agradable
y simpático y tengo buena conversación. Así que no me puedo quejar. En más de
una oportunidad, hemos compartido en su departamento, obviamente en
habitaciones separadas, noches de sumo placer...
La semana pasada, pasó algo que ni yo me puedo llegar a explicar como
sucedió. Voy a relatar los hechos según fueron sucediendo. Quizás para mí,
pueda esclarecerme un poco el panorama.
Como estamos en época de finales, estamos todo el día juntos, estudiando
como locos, porque queremos pasar las vacaciones libres de preocupaciones.
Era sábado a la noche y aunque quisiéramos salir, no podíamos dejar
colgados varios temas, que seguramente nos preguntarían, así que decidimos
quedarnos en su departamento a estudiar.
Habíamos encargado pizza y cerveza que nunca le falta. Así que a eso de
las 12:30 hs., decidimos tomarnos un alto para comer y descansar nuestras
pobres neuronas desquiciadas. Comimos, miramos un poco el canal de deportes y
entre cerveza y cerveza nos íbamos entonando un poco. Como hacía muchísimo
calor (30 g), venía bien tomar algo fresco, pero con la birra más el calor, estábamos
totalmente transpirados. Decidimos ducharnos para refrescarnos y así continuar
con el estudio.
Mariano se levantó de su silla decidido a llegar al baño, pero estaba
tan mareado que casi más se cae. Yo me levanté (siempre tuve mayor aguante que
él) y lo acompañé para que no se hiciera daño.
- Yo no estoy borracho! - me dijo tambaleándose - solamente estoy
mareado por el calor! - - Ya lo sé - para seguirle la corriente - quedate
tranqui.
Lo senté en el inodoro y abrí la ducha al máximo para que se despabilara
lo más rápido posible.
- Vamos sacate el short y metete! - le ordené.
Se levantó como pudo, trató de abrirse el botón de su jean gastado que
tenía las piernas cortadas, pero no pudo. Así que yo traté de ayudarlo. Mariano
se dejaba hacer, estaba empinadísimo. Le abrí el botón, le bajé el cierre y
bueno, yo lo había visto antes en varias oportunidades, pero esta vez lo tenía
a pocos centímetros de mi cara. Tiene una linda verga, que en su esplendor
llegará a los 25 o 27 cm. es bastante gruesa y hasta me pareció que estaba
bastante empalmado. Corrí la cortina y lo metí en la bañera. El chorro de agua
fría lo hizo reaccionar y se quiso apartar, pero yo lo tenía amarrado y no pudo
zafarse. Al tenerlo sujetado a él, yo también me estaba mojando, así que decidí
desnudarme también porque no tenía cambio de ropa.
Comienza a tener arcadas. Me meto en la ducha, me hace bien, me despeja
un poco. Lo ayudo a agacharse. Vomitó todo. Está pálido. Cambio el agua fría
por tibia. Se empieza a recuperar. Me mira y dice:
- Estoy descompuesto - Cómo si yo no lo supiera!
Como veo que está mejor, salgo de la ducha y me seco. La cierro. Lo
ayudo a levantarse. Lo seco lo mejor posible, secando obviamente el culo y los
huevos, pero creo que lo sequé como al resto del cuerpo. Me musitó un simple
"gracias", dejé la toalla a un costado y como todavía estaba bastante
mareado, lo llevé hasta la habitación para que se recostara un rato.
- Quedate conmigo - me dijo cuando lo deposité sobre su cama de dos
plazas.
- Está bien, me quedo.
Me recosté a su lado. Estaba apagada la luz, pero por el reflejo que
venía del comedor vi que estaba mejor. Se acercó hacia mí dándose vuelta y me
abrazó... Cuando apoyó su herramienta dura contra mi costado, ahí me percaté de
que ambos estábamos desnudos... Me quise levantar. No era porque me disgustara
especialmente lo que me sucedía, sinó porque me estaba entusiasmando. Me
asusté. Cuando empiezo a levantarme Mariano me apoya con mayor fuerza:
- No te vayas, tengo miedo de descomponerme de nuevo y que no estés. A
tu lado me siento bien.
- Es que me quiero ir a vestir. Estamos los dos desnudos!
- Ya lo sé, no estoy tan borracho para no saberlo...
En ese momento siento que me comienza a besar el cuello. Me quedé
petrificado. No supe que hacer, la sensación me gustaba. Aunque no quería, mi
verga comenzó a endurecerse (ahora me doy cuenta que los que dicen que el
miembro tiene conciencia propia, es cierto, me estaba pasando). Mariano me
empezó a acariciar el pecho, comenzó a jugar con mis pelos. Bajó la mano y
llegó hasta el ombligo, me metió un dedo y se comenzó reír como un tonto.
Siguió bajando, no sabía si apartarle la mano o no. Me agarró la verga y empezó
a masturbarme... Mierda! Me estaba gustando cada vez más! Pienso que yo también
estaba medio borracho, además hacía como dos semanas que no descargaba mis
huevos... Debe ser eso!
Mariano de un solo movimiento se subió arriba mío e intentó besarme en
los labios. Corrí la cabeza, no quería. Con sus manos me la agarró y me obligó.
Con su lengua quería abrir mis labios. Me mordisqueó suavemente. Seguí sin
dejarlo. Me volvió a morder pero con más fuerza hasta hacerme daño. Abrí mi
boca y lo dejé. Metió su lengua y empezó a jugar con la mía que estaba quieta.
La empecé a mover tímidamente y entré en el juego. Estaba muy borracho, no
sabía lo que hacía!
Me dejó de besar y continuó con el cuello, mientras me magreaba todo el
cuerpo. Con mis dos manos le agarré las nalgas, siempre se las había mirado.
Duras como rocas. Se las empecé a estrujar entre mis dedos como si fueran las
de una mujer, salvo que éstas eran más firmes, mejores al tacto.
Mientras tanto me empezó a besar las tetillas, a mordérmelas. Siguió
mojándome todo y llegó hasta mi vientre. Ahí se paró. Tomó mi instrumento entre
sus manos, lo miró. Mi miembro mide en estado de excitación 15 cm. y es
bastante grueso. Me agarró las bolas, las olió. Lamió una y como parece que le
gustó se la metió en la boca, le pasaba la lengua por todos lados, la masticaba
despacio. Cuando terminó con una, siguió con la otra. Yo ya no daba más de
excitación. Largó mis huevos y metió mi glande en su boca. Lo empezó a chupar
con ganas. Yo ya no pude más y agarré su cabeza con mis manos y traté de que se
la tragara totalmente. Como vi que hacía arcadas, porque no se la podía meter
toda, aliviané mi presión. Igualmente él siguió con lo suyo y yo lo dirigía.
Mientras con una mano me sobaba las bolas, con la otra se masturbaba. Llegó el
momento en que no pude más y para no inundarle la boca con mi esperma, lo
separé y comencé a masturbarme frenéticamente. Mariano hizo lo mismo. A los
pocos segundos acabé como nunca en la vida. Un chorro me llegó a la mejilla,
otros en el pecho y el vientre. Mariano estaba llegando, le agarré las bolas
con una mano y apreté bien fuerte. Densos chorros de semen cayeron sobre mi
cuerpo. Cuando acabó, acercó su lengua y empezó a chupar toda la crema que
estaba en mi vientre, pecho, cara...
Me dio un beso y abrí la boca. Por primera vez probaba esperma. No me
dio asco como suponía que me daría. Además no sabía si era el mío, el de él, o
los dos mezclados. Estuvimos un rato así abrazados, hasta quedarnos dormidos...
Al otro día cuando nos despertamos, teníamos un dolor de cabeza
increíble. Como Mariano vió que los dos estábamos en pelotas, me preguntó que
había sucedido. Sólo recordaba que lo había acompañado hasta el baño, la ducha,
el vómito...
No me animé a decirle lo que había pasado entre nosotros. Lo tomé como
una noche de borrachera que quedará en el olvido.
Ahora no sé que es lo que me pasa, tengo ganas de repetirlo. Me gustó
mucho. Mariano estuvo raro durante toda la semana, estudiamos, salimos y nos
divertimos como siempre... pero a veces lo encuentro mirándome de una forma
extraña que no logro, o me da miedo identificar. Lo siento como más amigo, no
sé, como si fuera mi hermano. Tengo sensaciones que nunca antes había sentido
por otro hombre. El más mínimo roce de nuestros cuerpos me hace temblar...
Hoy es sábado. Decidimos no salir a la noche, porque tenemos mucho para
estudiar... Los amigos nos lo reprocharon bastante "No va a ser lo mismo
sin ustedes" nos dijeron... Pero nuestro estudio es mucho más importante
que cualquier salida... Por las dudas ya compré varias botellas de cerveza...
por si con el calor nos da mucha sed...
Na frente do espelho...
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Meu primo me comeu com força
Meu primo me comeu com força
Foi, inclusive, com meu vizinho e coleguinha Marcos que me iniciei sexualmente (mas isso é uma outra história). Cresci desse jeito, sempre desejando mais liberdade para participar das brincadeiras que os outros adolescentes de minha idade brincavam na rua. Sentia vontade de jogar futebol, soltar pica, digo, pipa, etc.
Nesta época também calhou de vir morar conosco meu primo Luiz Fernando, que era um jovem de seus 19 anos. Bem, mas vamos ao fato propriamente dito.
Calhou que, num belo dia, todos teriam que se ausentar de casa pelos mais diversos motivos: trabalho, consultas médicas, etc… e eu ia ficar sozinho em casa. Pensei logo comigo: “É hoje que vou me dar bem… vou prá rua e vou brincar até não agüentar mais”. Depois que todos saíram, fui para a frente de minha casa, onde diversos adolescentes estavam brincando, e me juntei a eles. Estava me divertindo bastante quando apareceu meu primo e, sem mais nem menos, foi em minha direção e me mandou entrar.
No começo pensei que era brincadeira, mas ele falou com mais severidade na segunda vez e eu percebi que ele estava falando sério. Tentei dialogar mas foi inútil.
Indignado e me sentindo humilhado, voltei para casa.
Lá dentro discuti com ele.
- Pô, você não podia fazer isso comigo… me humilhou na frente dos outros!
- Foda-se… Sua vó te disse que não era prá você sair!
- Foda-se você… eu vou sair e vou brincar!- Ah, é… então vamos ver…
Dito isso ele avançou prá cima de mim, me empurrou sobre o sofá da sala e, sem que eu pudesse adivinhar suas intenções, puxou meu short, tirando, e me deixando nu da cintura prá baixo (na época eu não usava cuecas).
Fiquei mais puto de raiva ainda e parti prá cima dele, tentando pegar meu short de volta. Como ele era maior e bem mais forte do que eu, não consegui meu intento. Era só ele segurar meu short com os braços levantados e eu já tinha dificuldades para pegá-lo.
Durante minhas tentativas para recuperar meu short pude notar que Luiz Fernando estava diferente, bem extrovertido, excitado. Desconfiado que ele estava com segundas intenções comigo provoquei uma situação que era pra tirar a “prova dos nove”.
Em determinado momento, quando ele trocava o short de mão em mão, DEI um jeito de entrar no meio de seus braços e ficar de costas para ele, encostando meu traseiro no seu pau. Não tive mais dúvidas… meu primo estava de pau duro!
Resolvi tirar vantagem da minha descoberta e reverter situação a meu favor: continuei entre seus braços e de costas para ele, mas com minha bunda bem grudadinha no seu pau.
- Nossa, que pirocão, Fernando…! - Falei, dando uma reboladinha bem assanhada no seu pau.
Sua máscara caiu na hora e ele me agarrou sarrando seu pau na minha bunda, descaradamente, mostrando qual era realmente suas intenções para comigo.
- Espera aí, espera aí – falei, escapando de seus braços – Vamosfazer um trato…!
- Trato… Que trato porra nenhuma!
- Calma… Você vai gostar!
- O que é então? Fala logo, porra!
- Tudo bem… É o seguinte: eu dou pra você e você deixa eu ir lá pra fora brincar!
Luiz Fernando pensou um pouco e topou e já foi abrindo a bermuda pra tirar a pica pra fora.
- Calma – pedi, me dirigindo até ele e me ajoelhando a seus pés – Deixa que eu faço isso!
Dito isto, baixei o zíper da sua bermuda, baixei-a até em baixo, deixando-o apenas de cuecas e passei a dar beijinhos na sua rola, sob a cueca. Fernando, que não esperava esse tipo de reação de minha parte, ficou super excitado com meu desempenho (ele não sabia que meu vizinho Marcos era um assíduo visitante do meu cuzinho e da minha boca).
Querendo deixá-lo mais doido ainda, baixei sua cueca, liberando seu membro, que estava duro que nem um ferro, que logo soltou na direção do meu rosto. Era bem maior e mais grosso do que o do meu amiguinho Marcos, o que me deixou preocupado. Mas como quem tá na chuva é prá se molhar, parti pra cima do pauzão.
Sem o auxílio das mãos, fiquei dando pequenas lambidinhas no seu pau, olhando bem sacana para seu rosto. Ele estava ficando alucinado de tanto desejo. Dava para ver pelos seus olhos. Em dado momento abocanhei, com um certo esforço (tive que abrir bem a boca), a cabeçona da sua rola e meu primo soltou um gostoso gemido de prazer. Não agüentando de tanto tesão, Fernando segurou-me pela cabeça e passou e socar sua pica dentro da minha boca, fudendo-a. Com minhas mãos em sua virilha eu limitava o acesso de seu pau na minha boca até no máximo 1/3 do seu tamanho.
Seu pênis entrava e saia de minha boca num rápido vai e vem e, apesar da dificuldade que estava tendo para receber algo tão grande na minha boca, eu estava adorando a experiência de dar pra alguém bem mais velho.
Num dado momento ele tirou seu pau e disse que iria me comer. Nessa hora tive medo, pois se o pau de Marcos, que era tão pequeno como o meu, já entrava doído no meu cu, quanto mais um que era o dobro!!!
A excitação de meu primo não permitia que ele avaliasse a situação por esse lado. Com bastante energia ele me fez ficar de quatro em cima do sofá e ajeitou minha bunda para recebê-lo. Fiquei ali, submisso, esperando o pior. A dor começou assim que ele posicionou seu caralho na minha entradinha. Já no ato de ficar esfregando o pau no meu cu procurando passagem eu já estava reclamando da dor.
Quando seu pau forçou um pouco mais a passagem eu não agüentei, dei um berro de dor e pulei do sofá indo para o centro da sala.
- Não… tá doendo muito!!! … eu não quero dar mais não!
- Vai dar sim… por bem ou por mau…!
Nem bem acabou de falar e ele partiu prá cima de mim. Vendo que ele estava determinado a me comer de qualquer jeito, rapidamente, corri, mesmo nu da cintura para baixo, para os fundos da casa, tentando fugir. Como era maior e mais forte não demorou para me alcançar. Nem bem tinha conseguido sair da casa e Luiz Fernando me pegou, me ergueu no ar e me levou para dentro, pro quarto dele, onde me jogou sobre a cama.
- Se tentar fugir de novo vou te encher de porrada, entendeu? Falou energicamente enquanto me dava um tapa no rosto.
Chorando, obedeci, totalmente submisso, quando ele me mandou ficar de quatro sobre a cama. Ele então se posicionou atrás de mim e começou novamente a forçar sua rola no meu cu.
Dessa vez ele foi mais bruto e cutucou com força seu pau no meu buraquinho. Dei um grito de dor e, chorando, implorei para ele parar. Sua resposta fui um forte tapa na minha bunda e uma ameça clara de agressão, caso eu repetisse meu gesto.
Sem poder fazer mais nada, procurei alcançar um travesseiro com as mãos e fiquei aguardando sem impalado por aquele lança enorme.
Luiz Fernando voltou a forçar a passagem e, de tanto tentar, meu cu cedeu e a cabecinha escorregou para dentro de mim. A sensação era de que eu estava sendo dividido ao meio. Com medo de apanhar, enfiei a cara no travesseiro e começei a chorar bastante. A dor ficava cada vez maior a medida que seu pau ia entrando dentro de mim.
Quando viu que eu não ia agüentar mais do que a metade de sua rola, Luiz Fernando parou por ali e passou e me comer num vai e vem que quase me fez desmair de dor. Ficou comendo meu cu e eu inundando o travesseiro de tanto chorar até que, sem avisar gozou dentro de mim.
Depois de se saciar, Luiz tirou seu pau de dentro de mim e eu senti um tremendo alívio, apesar da dor.
Querendo me livrar totalmente daquela situação, pedia a ele meu short para eu poder sair para a rua (não ia conseguir brincar mas não queria ficar com ele em casa). Na maior cara de pau ele me respondeu:
- O trato era que eu deixaria você ir pra rua, e não que eu ia te dar o short… se quiser pode sair, mas vai sair pelado!
Fiquei puto com o que ouvi e chorei mais ainda. Algumas horas depois os primeiros parentes começaram a chegar e meu primo me devolveu o short. Não me comeu mais esse dia, mas passou a me assediar direto e impedir minhas saídas.
Depois desse dia Luiz Fernando demorou mais de uma semana para poder me comer de novo e então virou freguês do meu cuzinho. Ele me comeu tantas vezes que, quando meu amigo Marcos foi me comer, estranhou o fato do seu entrar sem nunhuma resistência dentro de mim.
Hoje posso dizer, com orgunho, que tá prá nascer um pau que eu não dê conta. Se você quiser pagar para ver escreva para mim e vou te provar direitinho
Autor: Laurinho RJ - laurinho_rj@bol.com.br
quinta-feira, 24 de julho de 2014
quarta-feira, 23 de julho de 2014
terça-feira, 22 de julho de 2014
Historia de un campamiento (español)
Historia de un campamiento
Desde pequeño tuve la tendencia de
rechazar a las mujeres y por el contrario me encantaba mirar a los chicos de mi
curso, especialmente los días de gimnasia en las duchas. Lo que voy a relatar
ocurrió hace aproximadamente 3 años, cuando yo tenia 16. Fue en un paseo de
verano. Recuerdo que la noche en el campamento era silenciosa y absolutamente
despejada; agradable, por lo demás.
Había un chico que me quitaba el sueño. Se llamaba Felipe, tenia 2 años
menos que yo. Era precioso, pelo castaño muy claro (casi rubio), ojos claros,
no muy alto y de características físicas, todavía, muy de niño. Recuerdo que mi
sueño era verlo desnudo, nada más.
Siempre buscaba momentos para acercarme a él, cuando nos bañabamos en
el lago, cuando estábamos cerca de la fogata, cuando en los momentos libres nos
ibamos a la carpa, en fin, todo el tiempo... pero siempre con disimulo. En ese
entonces nadie sabía de mis tendencias y yo no tenía el menor interés de que
alguien se enterara. Un día, después de almuerzo, recuerdo que yo volvía de la
letrina, cuando de pronto a lo lejos lo divisé; por suerte el no me vió. Me
escondí tras unos matorrales que por ahí habían y me quede observándolo. Se
dirigía a la letrina también, supuse al ver que llevaba un papel higiénico en
la mano (quizá se iba a masturbar pensé luego), cualquiera de las dos ideas me
producía un inmenso-intenso revoloteo hormonal.
Pasó cerca de mí sin verme. Lo seguí, siempre acechando. Él se fue
alejando por el borde del lago. Se dirigía al bosque que estaba a unos 300 mts.
del campamento. Yo en cambio me fui por un plano superior, que terminaba en una
quebrada que llegaba justo a la pequeña playa que se encontraba en la orilla
del lago. De sólo pensar lo que podría ocurrir me comencé a calentar. De pronto
se detuvo. Yo también y me escondí. Ví como Felipe examinaba el terreno
cerciorándose de que nadie pudiera ser testigo de lo que iba a suceder. Cuando
estuvo seguro de que el terreno estaba libre se bajó pantalones y calzoncillos,
ambos de una sola vez. Era la primera vez que veía su hermoza verga. Era bello,
muy pequeñito, muy blanco (demasiado me pareció), y con muy poco vello sobre su
base. Mi excitación se había convertido en una incontrolable erección.
El se comenzó a masturbar, aún cuando todavía no la tenía parada. Yo
casi reviento.
Era un verdadero éxtasis el estar ahí presenciando aquello. Me tuve que
autocontrolar al máximo. De pronto se volteó y me dió la espalda; pude de esa
manera ver sus nalgitas que eran blanquísimas, más aún que su miembro. A pesar
de que unos 10 mts. nos sepearaban yo me sentía como si estuviera a su lado. La
idea de acercarme fue rápidamente desechada por miedo al rechazo al sentirse
descubierto.
Esperé a que él eyaculara, para luego hacerlo yo. Se limpio, me limpié
y volvió al lugar con los otros chicos. Yo lo hice un rato después. Esa fue mi
primera experiencia sexual con Felipe, mi sueño de verlo desnudo se había
cumplido, pero sin lugar a dudas, y pensándolo con la mente más fría,... fue
demasiado poco. Decidí intentar algo más.
Esa misma noche, después de comer, lo invité a conversar a un lugar un
poco alejado del campamento, debajo de un árbol al cual solía ir cuando quería
estar solo. Aceptó. Al llegar a los pies del árbol, que estaba rodeado por una
enorme llanura cubierta de pasto, nos tiramos al suelo y conversamos durante un
rato. Los dos estábamos acostados, uno al lado del otro, mirando las estrellas.
De pronto le pregunté si le molestaba que apoyara mi cabeza en una de sus
piernas. Felipe no se negó y eso hice, apoye mi cabeza sobre su muslo derecho.
Yo estaba un poco nervioso pero muy excitado de poder estar tan cerca de su
pene. Siguió normalmente la conversación hasta que de pronto en un movimiento
programado que hice para poner mis manos debajo de mi cabeza, pude notar su
erección, al rozar mi mano contra su pene. Él hizo un movimiento que demostró
incomodidad, pero para cuando trato de reacacionar mi mano ya se había posado
sobre aquel bultito tan codiciado por mí. A pesar de estar por sobre el
pantalón pude sentir la tibiesa que irradiaba y que parecía quemarme la mano.
Comencé a sobarlo muy suavemente. Le miré a los ojos y le dije que no dijiera
nada... que nada malo le iba a suceder. Felipe permanecía inmóvil, sentado
observando silencioso todos mis movimientos. Lo primero fue lamerle una de sus
mejillas y el cuello. Ahí pude sentir su aroma que penetró por mi cuerpo,
recorriéndolo como un manantial inmensamente refrescante. Mis manos
exploradoras, en tanto, pudieron sentir su calor en el instante que se
aventuraron por debajo de la polera. Acariciaba sus tetillas, pequeñas y duras.
Todos mis movimientos eran muy sutiles; luego recorrí todo su torso
acariciándolo con mucha suavidad y dándole pequeños pellizcos haber si se
liberaba de la notoria tensión de la que estaba siendo objeto. Después de
lamerle todo el rostro, mis labios buscaron los suyos; mi beso no fue
correspondido, tan solo abrió un poco su boca, por donde entró mi lengua
juntándose con su saliva caliente y de un sabor exquisito. Felipe en tanto
parecía estar petrificado. De pronto, decir nada, con un pequeño movimiento de
mis brazos, el levanto los suyos; parecía que comenzaba a entender el lenguaje.
Le quite la polera., me avalancé sobre él y le lami las tetillas; lo
hacía con mucha fuerza como si esperara obtener algo de ellas. Mis manos ahora
jugueteaban con su miembro. Mis dedos se introdujeron dentro de su pantalón con
el propósito que quitárselos.
Felipe me detuvo.
Yo, que ya había dejado sus tetillas y me estimulaba ahora
introduciendo mi lengua en el orificio interminable de su ombligo,... paré, lo
miré y le pregunté que era lo que sucedía. Felipe me respondió que le daba
mucha vergüenza y que prefería que lo hiciera yo primero. Le contesté, en el
momento que me tumbaba de espalda en el pasto, que él mismo lo hiciera. Titubeó
un instante y luego sin replicar comenzó a quitarme la polera. Siguió con el
pantalón pero no pudo sacarlo hasta que hubo quitado ambas zapatillas. En un
instante me encontraba únicamente con mis calzoncillos. Lo miré, al darme
cuenta que no estaba muy decido, y le dí ánimo. Él comenzó a bajarlos quedando
al descubierto, primero mi negro y rizado vello; luego mi verga, erecto hasta
el tope, muy oscuro y con los típicos líquidos que escupe cuando la excitación
es abundante; y por último mis grandes cocos, lacios y rodeados de mucho vello.
A pesar de que Felipe no movió un solo músculo de la cara mientras estaba
ocupado en esta tarea, yo creo que algo debe haber sentido; en todo caso lo
disimuló muy bien. Le tomé su mano y la conduje hasta mi pene. Él lo toco con
mucha suavidad y comenzó a masturbarme. Creó que podría haber eyaculado al
insante pero la verdad es que quería prolongar aquel momento por siempre, así
que tuve que contenerme. Mientras él me masturbaba comencé a bajarle su
pantalón. No opuso ninguna resistencia, sino por el contrario, colaboraba de
exelente manera, facilitando así mi labor. Le pedí que parara de masturbarme.
Una vez quitado el pantalón pude ver sus pequeños calzoncillos; con diseño tipo
leñador, y su bulto, ahora mucho más suelto. Me senté con las piernas abiertas;
igualmente senté a Felipe sobre mí, pero en sentido contrario. Intruduje mis
manos por sus lampiñas nalgas; eran de una increíble suavidad (casi de seda) y me
soprendió lo heladas que estaban.
Las froté con fuerza para calentarlas. Una vez concluída aquella
misión, me vertí en la tarea de jugar y acariciar su ano. Él sonreía producto
del eficaz masaje, pero se mantenía firme en la tarea de no dejar penetrar nada
en aquella, aún, virgen cavidad.
Desistí. Lo besé con gran brío y suscioné con mucha suavidad su lengua
en repetidas ocasiones. En ese instante mis manos comenzaron a despojarlo de
sus calzoncillos, lo voltié y lo arrojé de espalda al pasto dispuesto ejecutar
una descomunal mamada. Al comenzar le lamí la planta del pie; era sabrosa y
estaba impregnada de su exquisito aroma. Pude darme cuenta de que su excitación
era tal que le inhibía por completo las cosquillas en los pies. Le succioné el
dedo mayor (su sabor me enloquecía) y comencé a lamerlo, subiendo por sus
también lampiñas piernas tan suaves y lisas como sus nalgas. Mil veces había
soñado con lamer esas piernas. Cuando llegué a la entrepierna mi lengua se
entretuvo un instante con sus diminutos coquitos. La labor estaba produciéndo
las primeras reacciones por parte de Felipe que se empezaba a estremecer de
excitacion. No pude aguantarme más, y mis labios instintivamente buscaron su
bella verga. Su olor me produjo un pequeño escalofrío.
Mi lengua rodeó todo su glande que estaba ardiendo y era mucho más rojo
que el resto de su sabrosa verga. Como respuesta Felipe se contorsionó. Mis
labios ahora se encargaban de acariciar y besar su glande. Vino la primera
succión. Le escuché un débil gemido al instante que se contorsionaba aún más.
De súbito introduje todo su rica verga dentro de mi boca y succioné
mucho más fuerte que la vez anterior. Felipe estaba excitadísimo. Lo succionaba
desde la base de la verga con gran fuerza. Las convulsiones producto de la
mamada iban acompañadas de quejidos débiles que fueron luego subiendo de
intensidad. Me detuve. Le dije que se mordiera los labios para no gritar.
Retorné a mi misión; ahora Felipe comenzó a moverse instintivamente como si me
estuviera penetrando el ano. Esto me puso a un millón revoluciones ya que sentí
que ahora el asunto era mutuo. Empecé a succionarlo mucho mas fuerte ahora.
Él sacaba grandes cantidades de pasto y las arrojaba con violencia.
Decidí intentar algo más. Comencé a girarme, siempre chupando con fuerza, hasta
quedar con las rodillas apolladas en el suelo, una a cada costado de Felipe.
Mi verga estaba ahora al alcance de su mano. Al percatarse de ello lo
apretó con fuerza y comenzó a masturbarlo.
En eso estuvimos un rato hasta que de pronto inicie (siempre chupando)
un suave descenso de mi tronco en busca de que su boca encontrara mi pene. Él
dejó de masturbarme y comenzó a acariciar mis velludas nalgas. De pronto me
tiró hacia abajo con fuerza y abrió su boca para dejar ingresar mi verga
en ella. Comenzó a chupar con toda su fuerza. Yo me estremecía un poco producto
de la sensación, pero Felipe parecia poseído por algún tipo de demonio; era un
verdadero frenesí. La posición era bastante incómoda para mí, debido a la
diferencia de estaturas, pero a esas alturas eso era lo de menos. Ahora los dos
nos meneábamos introduciendo y sacando nuestras vergas como en verdadero
coito. Eso me ponía calentísimo. Unos de mis dedos insistió nuevamente en
tratar de penetrar su ano, pero este parecía estar sellado. No lo volví a
intentar. La intensidad de las mamadas aumentó, en un minuto dado, al parecer
porque ambos eyacularíamos. Así fue. Él lo hizo primero. Obviamente yo no iba a
dejar escapar ni un solo milímetro de su semen. Lo sentí entrar en mí como un
torrente de lava que me quemaba la garganta pero que tenía un sabor delicioso.
Lo bebí todo, luego limpié los restos de semen de su verga con mi lengua ,
y... eyaculé. Al hacerlo noté una reaccion extraña por parte de Felipe ante lo
cual me di vuelta y lo miré.
Tenía la boca llena de mi semen. Había girado su cabeza para escupirlo
pero lo detuve a tiempo y le pedí que no lo hiciera. Se contuvo. El semen se
chorreaba por la comisura de sus labios. Él no aguantó mucho y lo botó todo.
Comenzó así a escurrirse por su mentón y su cuello.
De imprevisto lo besé y tragué mi propio esperma (el poco que aún
quedaba en el interior de su boca). Luego mi lengua recorrió su mentón y su
cuello en busca de lo que había escupido. Fue maravilloso. Cuando ya estuvo
limpio lo volví a besar. Ahora me respondió con un fogoso e interminable beso.
Luego nos abrazamos y nos revolcamos durante un momento sobre el pasto,
desnudos, sólo él y yo, y acompañados únicamente por la luna, aquel testigo
mudo de nuestra extraordinaria aventura; hasta que de pronto decidí que ya
había sido suficiente y le pedí que nos vistiéramos. Felipe aceptó. En realidad
la idea de penetrarlo y que él me penetrara me volvía loco pero sentí que ese
no era el momento. Lo que habíamos hecho había sido de sueño y la verdad es que
estaba seguro de que no sería la última vez.
De ninguna manera quería apresurar las cosas ni menos forzarlas. La
experiencia había sido magnífica; habría seguido allí toda la noche pero sabía
bien que ya nos habíamos ausentado bastante rato y no quería despertar
sospechas en los demás chicos. Nos vestimos y volvimos al campamento. Sólo unos
pocos notaron nuestra ausencia. Una cacería de luciérnagas nos había quitado el
tiempo, nos excusamos. Quizá nadie nos creyó, quien sabe, pero eso ni me
preocupó. Más tarde y luego del sorteo de la guardia, nos fuimos a dormir. Al
otro día, por la noche, fuimos elegidos, al azar (o por milagro) Felipe y yo
para realizar la segunda guardia. Parece que alguien nos estaba dando una
ayudita, pero eso... para otra historia.
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